El Sabor de la República Dominicana

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Pensar en esta hermosa isla es pensar en su sabor, alegría y tesón por encima de las vicisitudes políticas y sociales que pueden tener, como cualquier país. Lo cierto es que eso no le resta interés, respeto y dinamismo, por algo poseen tan alta tasa de visitantes cada año y su dinamismo es de los más contagiosos en el continente.

Desde que Damirón con su “Piano Merengue” le dio el toque elegante que recorrió al mundo, la música tradicional de esta tierra no ha deja de sonar. Y es que el merengue es poesía hasta en sus movimientos, con sus tres partes: “el paseo”, que es cuando el hombre saca a la dama a bailar muy cortésmente y con elegancia mutua ambos llegan a la pista; “la danza”, cuando ambos comienzan a hacer los movimientos hacia adelante, hacia atrás; “el jaleo”, cuando las volteretas mutuas y los pasos coordinados con o sin las manos entrelazadas se hacen más veloces, contundentes, amenos y que acompañan a los últimos compases de cada canción.

Sea en Santo Domingo, La Romana, Cibao, en Bonao o como le dicen “el pequeño bonao, tesoro del sabor”, tanto el merengue como la bachata, ritmo sensual y pausado en el que las letras hablan de amores y desamores, del deseo por la persona amada y de la melancolía por lo vivido o por lo que no fue; donde el tiple y el bongó toman preponderancia, ambos géneros musicales son el atractivo al turismo, que en sus días y noches recorriendo sus playas, clubes, haciendo senderismo y muchas actividades socio culturales más, les da mucho del sabor dominicano y se hace referencia ejemplar para el turismo en otros países, que temen quedarse atrás, aunque difícil que se igualen a la original República Dominicana.

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