Miguel Ángel López se lleva una etapa dantesca y gigantesca

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Muchos esperaban una etapa sin precedentes, con los dos grandes, Verefique y Calar Alto, pero lo que nació fue una etapa dantesca, bajo trombas de agua y un frío impropio a la geografía almeriense, como si el norte se hubiera acercado al sur para así poder disfrutar las vacaciones. Desde el Observatorio Astronómico de Calar Alto no se observaba nada más que una niebla muy espesa, acompañada de torrentes de lluvia.

Y aunque prevalecía un fuerte olor a poleo y tomillo, olor característico que inunda la sierra Los Filabres, los ciclistas no tenían tiempo ni para percibir los olores, ni para observar el desierto de Tabernas empapado de agua. Un contrasentido que extrañaría a cualquier espectador. Sin embargo, cuando la situación parecía no ponerse más peliaguda, el mapa se dobló por la mitad y todos los riesgos que entrañaba, por sus dificultades montañosas, se multiplicaron con el clima.

La etapa era dantesca, y verdaderamente sin precedentes. Cayeron favoritos, resurgió Nibali. Y hasta Froome tuvo momentos donde parecía que no podía dar más, que se quedaba a cola, que mandaba parar a sus lebreles. Pasó su momento malo, pero un momento malo de Froome es algo que generaría envidia en cualquiera. Y al final lo resistió todo, menos el último ataque de Miguel Ángel López, y tuvo fuerzas para esprintar y conseguir seis segundos de bonificación.

Ésta primera gran etapa, sin lugar a dudas, cumplió su cometido. Aunque comenzó un tanto caótica, concluyó de manera épica. Seguramente es algo que recordaremos por mucho tiempo.

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